Quiénes somos

Siempre resulta difícil, si no imposible, determinar el momento preciso en el que Dios invita para Sí a alguien, con lo que solemos llamar <<VOCACIÓN>>; resulta difícil, ante todo, porque el momento en el que el Señor se le hace presente llamándola, no de modo genérico, con las palabras que sean valederas para todos, si no de modo especifico y personal, queda la más de las veces confinado en el ser mismo como secreto; y es también difícil porque muchas veces la llamada de Dios no se hace presente de forma súbita, si no por grados, a través de una labor lenta de la gracia, que va penetrando en el ser de cada persona hasta que ella reconoce distintamente la voz de aquel que la llama. 

De cualquier forma que se considere, sea, que el ser tenga conciencia de este llamamiento o que no lo tenga, el nacimiento de una vocación comporta un cambio de vida, la vocación produce siempre una <<CONVERSIÓN>> (este es precisamente el término que empleó Santa Clara para designar el momento en el que dejó todo por seguir a Cristo).

Dios se hace presente en cada ser, de modo personal y preciso. Y al decir <<personal y preciso>> se entiende que Jesús nos llama a una vida consumida sólo por Él en oración y penitencia.